martes, octubre 12, 2010

LA MEDICINA EN LOS 60

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Desgraciadamente la enfermedad es algo inherente al ser vivo en general, aunque el género humano ha ido logrando gracias a la medicina paliar sus efectos con mayor o menor éxito.

En los años 50-60  la gran mortandad ya había sido erradicada gracias a la penicilina y algunas enfermedades temibles como la viruela comenzaban a ser cosa del pasado gracias a las vacunas, pero aun la medicina no había dado el gran paso que estaba por llegar de la mano de la tecnología. En consecuencia todavía eran un peligro determinadas enfermedades hoy totalmente erradicadas como la poliomelitis por ejemplo. 

Voy a hablarles hoy de algunas de aquellas enfermedades, pero especialmente de sus remedios. Naturalmente me referiré sólo a enfermedades livianas; aquellas cuyos síntomas podían ser aliviados o desaparecer con los remedios de la época.

Creo que habría que empezar diciendo cómo estaba estructurada la seguridad social en aquellos años. Todavía no existían los ambulatorios, aunque si que existían médicos de cabecera y lugares donde estaban sus consultas. Recuerdo que en mi barrio las consultas estaban en la calle Reyes Católicos, en un edificio que todavía existe y que hoy en día es del Parlamento Andaluz. Para más señas, es el edificio en que está instalado el Defensor del Pueblo.



Afortunadamente y salvo por alguna que otra anginas no tuve necesidad de niño ni de ir mucho al médico ni mucho menos de visitar un Hospital, por lo que no podré dar mucha cuenta de la distribución hospitalaria en aquella época, si bien recuerdo que antes de inaugurarse García Morato (hoy Virgen del Rocío) existían el Hospital de las 5 llagas, creo que suficientemente conocido por todos, y dos del Padrón (para personas que no tuvieran adquirido el derecho de atención por la Seguridad Social), el de San Lázaro, que todavía existe (cerca del cementerio) y el de San Pablo, desaparecido desde hace muchos años, y que se encontraba en algún lugar de lo que hoy es Santa Clara.



Y por último, los lugares de primeros auxilios, las Casas de Socorro, que existían con profusión y las había en muchos sitios de Sevilla. Recuerdo una en la calle San Jacinto, y quizás la más famosa, la de la calle Alhóndiga. En la calle Trastamara, justo al lado del Club Natación, en un local que hoy en día es del Club, también había una, aunque recuerdo que esa era para gente del Padrón.                

No cabe duda de que no eran buenos tiempos para enfermar en comparación con los de hoy, pero la enfermedad no sabe de épocas, y así tarde o temprano llegaba a todos los hogares, al igual que hoy. Ahora hablo de ellas.

RESFRIADOS Y GRIPES.- Al igual que hoy los resfriados y gripes eran comunes y al igual que hoy no había farmacopea suficientemente efectiva contra ellos. La única solución era aspirina o similar (Cafiaspirina, Okal, Calmante Vitaminado u Optalidón) y el vasito de leche calentita al acostarse. Si el resfriado afectaba a un chiquillo era bienvenido el Vicks Vaporubs, que se aplicaba en pecho y espalda, y las pastillitas Juanola.



Caramba, algunas de las cosas que he nombrado todavía existen hoy en día y siguen usándose como buenos remedios paliativos de resfriados y gripes. Algunas cosas no cambian tanto


REUMA.- En aquellos años las enfermedades reumáticas, a diferencia de lo que ocurre hoy, no estaban descubiertas en su mayoría, así que era común decir “tengo reuma” o “me duele el reuma”. De esa forma, a una persona podían dolerle tanto los huesos como las articulaciones, y podía bien tener una artritis o una fibromialgia, que era igual. Todas esas enfermedades quedaban agrupadas bajo el nombre genérico de reuma.

El gran aliado de estas enfermedades era el Linimento Sloan, también llamado el tío del bigote. Un bote de cristal que contenía un líquido que igual se aplicaba, mediante friegas, en la zona afectada por el dolor reumático que en los esguinces o en los dolores de ciática o lumbago. Si hoy en día Vd. se pone Reflex, sabrá muy aproximadamente como olía aquel Linimento Sloan, cuyo olor, fuerte y penetrante, era muy habitual en las casas en las noches de invierno sobre todo.



ARDORES.- Las digestiones pesadas, o sencillamente alguna afección estomacal podían dar lugar a los molestos ardores. No había problemas, ya que el socorrido bicarbonato venía en auxilio del atribulado ardoroso con un efecto inmediato. Aunque desconozco la fecha exacta de su aparición, la sales de fruta también andaban ya presentes en aquella época.

CÓLICOS, GASTROENTERITIS.- Existía la creencia de que cuando la barriga andaba algo alborotada la mejor solución era un vasito de ginebra. No sé exactamente que tan eficaz era aquello, pero de todos es sabido que los remedios de la abuela siempre tienen una razón de ser y una explicación científica.

INFECCIONES EN GENERAL.-  Desde una simple infección en la garganta hasta infecciones más importantes, eran en general tratadas con la penicilina, que se administraba siempre en forma de inyección, y aunque a los chiquillos nos venía muy mal eso de los pinchazos, fue sin duda gracias a la penicilina que muchas enfermedades bacterianas desaparecieron y con ellas su alto nivel de mortandad, entre ellas la tan temida sífilis, la tuberculosis y la lepra.

Hago aquí un pequeño inciso “in memorian” de Alexander Fléming, probablemente el hombre que con su casual descubrimiento haya salvado más vidas en toda la humanidad.

Cualquier día hablaré de la curiosidad que despertaba en los chiquillos el practicante y sus utensilios si la inyección no era para nosotros. Ni que decir tiene que la curiosidad se tornaba en terror cuando su visita era para nosotros.

OTRAS AFECCIONES.- Ya en aquella época existían vacunas contra algunas enfermedades víricas (cualquier persona de 50 años para arriba llevará en su brazo una señal indeleble que dejaba la vacuna de la viruela). También habían sido desarrolladas vacunas contra terribles afecciones, como por ejemplo el tétanos, e incluso algunas penosas como las inyecciones contra la rabia, que en número de cuarenta le administraban al paciente en el Instituto de epidemiología en la calle María Auxiliadora



Es evidente que tanto en medicinas como en médicos y medios, la medicina ha tenido un avance espectacular en pocos años, propiciado especialmente por las tecnologías. Sería pues injusto intentar comparar una medicina y otra.

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