Yo
no era más que un niño de 8 años cuando Sevilla sufrió su última
riada de consideración, pero tengo grabadas en mi retina algunas
imágenes de aquello.
El
agua no llegó a mi barrio. Como casi todos ustedes sabrán, en
aquella ocasión, al contrario de lo que había venido siendo
habitual, no fue el río Guadalquivir el causante del problema, sino
un pequeño arroyo que quizás, de no haber sido por aquella riada,
hoy en día sólo sería un capítulo olvidado de la historia de
Sevilla; uno más, sin pena ni gloria. Pero el arroyo Tamarguillo
reclamó su protagonismo en aquél invierno de 1,961 y anegó buena
parte de la Sevilla de entonces, incluidas muchas zonas del centro,
como por ejemplo, La Alameda de Hércules, la Campana y la Plaza del
Duque.
Mi
madre necesitaba ir a la calle Trajano y yo fui con ella. Impermeable
de los de aquella época ( de grueso plástico duro), paraguas cuya
tela y varillas habían sufrido cien reparaciones y unas negras botas
de agua (muy común entre los niños en aquellos años) eran mi
atuendo; pero pese a ir bien equipados no pudimos pasar. Recuerdo
perfectamente como ya en la calle O´donnell, casi llegando a
Velázquez, el agua empezaba a dejarse notar. Avanzamos hasta la
Campana pero fuimos incapaces de adentrarnos en la Plaza del Duque al
ver que una barca campaba a sus anchas por tan desolador escenario.
Fue mi única experiencia personal con respecto a la riada, y aunque
era bastante pequeño recuerdo perfectamente la escena, quizás
porque aquellas cosas inusuales e impactantes quedan grabadas de por
vida en nuestro cerebro, independientemente de nuestra edad.
El
golpe fue duro para los afectados, un número grandioso de sevillanos,
ya que el agua desde su origen hasta el centro de la ciudad anegó
numerosos barrios, como por ejemplo Nervión, San Bernardo, Macarena,
Heliópolis; en fin, casi toda la ciudad excepto Triana y la parte
del centro más cercana a ésta . En la Sevilla de aquellos años
mucha gente vivía con gran precariedad y como suele ocurrir en estos
casos, fueron ellos quienes peor lo pasaron. Viviendas viejas y
chabolas fueron especialmente castigadas por las aguas dada su menor
resistencia.
La
tragedia fue de tanta dimensión que inmediatamente la solidaridad de
todos los españoles puso en marcha su maquinaria aunada toda ella a
través del famoso presentador de radio Bobby Deglané quien emitía
desde Radio España en Madrid. En aquellos años la radio era el
entretenimiento habitual de los españoles y prácticamente toda la
gente la oía, tanto más cuanto que para poder llegar a todo el país
el programa se emitía también por Radio Nacional, por lo que el
llamamiento de Deglané tuvo una enorme repercusión y logró
recaudar importantes cantidades de mercancías para el socorro así
como dinero efectivo. Muebles, alimentos, ropa, mantas, incluso
juguetes para los niños ante las cercanas Navidades.
Para
hacer entrega de todo lo recaudado al pueblo sevillano se organizó
una caravana que dio en denominarse “Operación clavel”, la cual
salió desde Madrid a Sevilla el 18 de diciembre de 1.961. A medida
que la caravana avanzaba se le unían coches y camiones en los
diversos pueblos que atravesaban, por lo que llegó a alcanzar una
gran dimensión.
Toda
Sevilla sabía que al día siguiente de su salida, la caravana
llegaría a la ciudad, por lo que ese nefasto 19 de diciembre toda
persona que pudo se echó a las calles para recibirla. Aquello era un
gran acontecimiento y la alegría de los sevillanos se desbordó
propiciando una fiesta y un jolgorio que nadie pudo presagiar que
terminaría en tragedia.
Como
todos ustedes sabrán, una avioneta que sobrevolaba demasiado bajo
sobre la multitud chocó contra un cable eléctrico y cayó sobre
ella en la Avenida de Kansas City, dejando un balance de casi una
treintena de muertos y casi doscientos heridos. Sólo puedo recordar de
aquello que yo estaba con mi familia en la calle Luis Montoto y que
de pronto la gente comenzó a agitarse y se produjo una desbandada
general. Volvimos a casa tan pronto como nos fue posible y ya allí
la radio sirvió de informante sobre lo que había ocurrido.
Resultaba muy curioso como en aquellos años la gente en general
solía tener un miedo cerval a cualquier cosa que le sobrepasara, de
forma que apenas la noticia hubo corrido un poco, la gran mayoría de
los presentes prefirió salir de estampida antes que quedarse a saber
a ciencia cierta qué estaba pasando, en el ejercicio de una
costumbre de supervivencia seguramente adquirida en los años de
guerra tan recientes entonces: corre primero y pregunta después.
El
año 1.961 fue un mal año para Sevilla. Primero por una riada
altamente destructiva y después por las terribles consecuencias de
la solidaria operación clavel. Sevilla lloró dos veces y sus
habitantes vivieron la peor Navidad de sus vidas.
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