sábado, noviembre 09, 2013

... Y SEVILLA LLORÓ DOS VECES

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Yo no era más que un niño de 8 años cuando Sevilla sufrió su última riada de consideración, pero tengo grabadas en mi retina algunas imágenes de aquello.

El agua no llegó a mi barrio. Como casi todos ustedes sabrán, en aquella ocasión, al contrario de lo que había venido siendo habitual, no fue el río Guadalquivir el causante del problema, sino un pequeño arroyo que quizás, de no haber sido por aquella riada, hoy en día sólo sería un capítulo olvidado de la historia de Sevilla; uno más, sin pena ni gloria. Pero el arroyo Tamarguillo reclamó su protagonismo en aquél invierno de 1,961 y anegó buena parte de la Sevilla de entonces, incluidas muchas zonas del centro, como por ejemplo, La Alameda de Hércules, la Campana y la Plaza del Duque.

                       


Mi madre necesitaba ir a la calle Trajano y yo fui con ella. Impermeable de los de aquella época  ( de grueso plástico duro), paraguas cuya tela y varillas habían sufrido cien reparaciones y unas negras botas de agua (muy común entre los niños en aquellos años) eran mi atuendo; pero pese a ir bien equipados no pudimos pasar. Recuerdo perfectamente como ya en la calle O´donnell, casi llegando a Velázquez, el agua empezaba a dejarse notar. Avanzamos hasta la Campana pero fuimos incapaces de adentrarnos en la Plaza del Duque al ver que una barca campaba a sus anchas por tan desolador escenario. Fue mi única experiencia personal con respecto a la riada, y aunque era bastante pequeño recuerdo perfectamente la escena, quizás porque aquellas cosas inusuales e impactantes quedan grabadas de por vida en nuestro cerebro, independientemente de nuestra edad.

                         


El golpe fue duro para los afectados, un número grandioso de sevillanos, ya que el agua desde su origen hasta el centro de la ciudad anegó numerosos barrios, como por ejemplo Nervión, San Bernardo, Macarena, Heliópolis; en fin, casi toda la ciudad excepto Triana y la parte del centro más cercana a ésta . En la Sevilla de aquellos años mucha gente vivía con gran precariedad y como suele ocurrir en estos casos, fueron ellos quienes peor lo pasaron. Viviendas viejas y chabolas fueron especialmente castigadas por las aguas dada su menor resistencia.

                         


La tragedia fue de tanta dimensión que inmediatamente la solidaridad de todos los españoles puso en marcha su maquinaria aunada toda ella a través del famoso presentador de radio Bobby Deglané quien emitía desde Radio España en Madrid. En aquellos años la radio era el entretenimiento habitual de los españoles y prácticamente toda la gente la oía, tanto más cuanto que para poder llegar a todo el país el programa se emitía también por Radio Nacional, por lo que el llamamiento de Deglané tuvo una enorme repercusión y logró recaudar importantes cantidades de mercancías para el socorro así como dinero efectivo. Muebles, alimentos, ropa, mantas, incluso juguetes para los niños ante las cercanas Navidades.

Para hacer entrega de todo lo recaudado al pueblo sevillano se organizó una caravana que dio en denominarse “Operación clavel”, la cual salió desde Madrid a Sevilla el 18 de diciembre de 1.961. A medida que la caravana avanzaba se le unían coches y camiones en los diversos pueblos que atravesaban, por lo que llegó a alcanzar una gran dimensión.

                         


Toda Sevilla sabía que al día siguiente de su salida, la caravana llegaría a la ciudad, por lo que ese nefasto 19 de diciembre toda persona que pudo se echó a las calles para recibirla. Aquello era un gran acontecimiento y la alegría de los sevillanos se desbordó propiciando una fiesta y un jolgorio que nadie pudo presagiar que terminaría en tragedia.

Como todos ustedes sabrán, una avioneta que sobrevolaba demasiado bajo sobre la multitud chocó contra un cable eléctrico y cayó sobre ella en la Avenida de Kansas City, dejando un balance de casi una treintena de muertos y casi doscientos heridos. Sólo puedo recordar de aquello que yo estaba con mi familia en la calle Luis Montoto y que de pronto la gente comenzó a agitarse y se produjo una desbandada general. Volvimos a casa tan pronto como nos fue posible y ya allí la radio sirvió de informante sobre lo que había ocurrido. Resultaba muy curioso como en aquellos años la gente en general solía tener un miedo cerval a cualquier cosa que le sobrepasara, de forma que apenas la noticia hubo corrido un poco, la gran mayoría de los presentes prefirió salir de estampida antes que quedarse a saber a ciencia cierta qué estaba pasando, en el ejercicio de una costumbre de supervivencia seguramente adquirida en los años de guerra tan recientes entonces: corre primero y pregunta después.

                         


El año 1.961 fue un mal año para Sevilla. Primero por una riada altamente destructiva y después por las terribles consecuencias de la solidaria operación clavel. Sevilla lloró dos veces y sus habitantes vivieron la peor Navidad de sus vidas.



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