miércoles, febrero 01, 2012

SE PERDIERON TANTAS COSAS (XIII)

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LAS MASETILLAS.- Seguramente más de uno al ver el encabezamiento de este escrito pensará que he cometido una falta de ortografía. Pues aunque pudiera ser, ya que yo no escribo con corrector activado, la verdad es que no es así. Esta palabra forma parte de nuestro rico acervo, y aunque esté totalmente en desuso, seguramente muchos, pero muchos de ustedes, hacen uso de una masetilla a diario.

Una masetilla no es otra cosa que cada rellano de la escalera que seguramente vds. suben a diario, bien en su casa, bien en cualquier otro lugar; y aunque hoy sea un término que no se use, en las casas de vecinos antiguas nadie decía el rellano.

Niño ,ten cuidado cuando des la vuelta en la masetilla tan corriendo, no te vayas a caer”.


                                                                          
                                                                         



No, no se perdieron las masetillas, pero sí la palabra que hace 50 años servía para definirlas. Aunque a decir verdad, aquellas masetillas anchas no tienen mucho que ver con los rellanos estrechos de hoy en día, pero son la misma cosa, aunque de diferentes tamaños.

EL ZAGUÁN.- Hermosa palabra que hoy casi no se oye tampoco. Tampoco se han perdido los zaguanes, aunque hoy en día han quedado reducidos a la mínima expresión en nuestro vocabulario. Es una pena, porque la palabra es realmente bonita. Aunque a decir verdad, me alegra sobremanera que hoy en día no se llame zaguán a la entrada de los bloques de piso, ya que cuando uno piensa en zaguán, piensa en algo así como dicen Los Romeros en ¿Dónde está la llave?:

Tu patio es una alegría
nardo, clavel y arrayán
Y es también la pena mía
porque cierras el zaguán

Efectivamente hoy en día cualquiera que piense en zaguán piensa en la antesala a un patio con flores de una casa sevillana, pero hace 50 años las casas de vecinos tenían todas su zaguán y se les denominaba como tal, y aunque la casa en cuestión fuera destartalada su acceso al patio era el zaguán.



Y es que no se olvide que aunque pueda parecer lo contrario, porque había analfabetismo y la formación no era la de hoy en día, el pueblo llano tenía un léxico amplio y empleaba las palabras correctamente. Yo diría que nuestros abuelos, aun sin saber leer, hablaban mejor que muchos de nuestros jóvenes de hoy en día.

LA AZOTEA.- Otra hermosa palabra. No se han perdido las azoteas, y afortunadamente tampoco se ha cambiado la palabra que las identifica. Entonces...¿por qué viene aquí? Pues porque sí se han perdido”aquellas” azoteas. Me refiero a las azoteas de las casas de vecinos.

¿Qué persona que era un niño en los 40-50-60 no guarda el agradable recuerdo de su madre tendiendo en la azotea? ¿Quién no jugó con sus amigos en la azotea al ”coger”, ayudado en su intención de no ser cogido por las blancas sábanas tendidas entre las que uno ofrecía mayor dificultad al perseguidor? ¿Quién no recuerda aquél olor de ropa tendida, a jabón verde o a Nórit el borreguito? ¿Quién no alivió el calor de su rostro en pleno verano al rozarlo con aquellas sábanas todavía empapadas?




Estos recuerdos me hacen llegar a la conclusión de que, salvando todas las distancias (y no son pocas), los niños de entonces teníamos una infancia muy feliz.

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