jueves, diciembre 10, 2009

LAS SEVILLANAS DE HUELVA

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Huelva tiene una especial relación de cariño con las sevillanas. Quizás porque su cante por excelencia, el fandango, es un cante recio, demasiado serio, incluso trágico a veces, es por lo que Huelva se asoma a las sevillanas cuando necesita de un cante alegre.

Pero también en el cante profesional Huelva aporta al mundo de las sevillanas mucho más que cualquier otra ciudad andaluza, menos Sevilla, claro. Es significativo que los primeros en grabar un disco por sevillanas, Los Hermanos Toronjo, eran onubenses, concretamente de Alosno. Huelva y su provincia no han dejado de aportar a lo largo de los últimos 40 años intérpretes de sevillanas que han ayudado a engrandecer el género. Requiebros, Onuba, y más recientemente Manguara, Andares y Lubricán son una buena muestra de ellos, sin olvidar a un grupo histórico como Los Choqueros. Pero por encima de todos, como número uno de esos grupos onubenses intérpretes de sevillanas están sin ningún género de dudas Los Marismeños.



Los Marismeños son(según mi clasificación particular), el quinto grande. Son tantas y tantas las obras maestras que nos han legado que sin duda se han metido por la puerta grande de los mejores en esto de las sevillanas; y eso que no lo han tenido fácil. Los hermanos Alejandre junto con el veterano Emilio Losada han tenido que tirar del carro muchas veces con serías dificultades. Pero nada ha sido capaz de tumbarlos. Ni tan siquiera la desgraciada muerte de Paco Alejandre. Los Marismeños siguen ahí, incombustibles, alegrándonos los corazones año tras año, incluso aunque en alguno de ellos tengan que comerse sus penas mientras cantan. Unos excelentes profesionales.

La historia de una amapola.
Almonteño déjame,
Mi orgullo es ser marismeño.
Sevillanas de Triana.
Que guapa que está Sevilla,
Perdónala,
A mi novia Carmela.
Una oración rociera,
Salta la reja almonteño.
Del color del caramelo.
No vuelvas la cara.
La Toña y la Malena.
Enamorao de ti.
No le tengo envidia a nadie.

Sería inacabable relacionar tantas y tantas sevillanas con que nos han obsequiado Marismeños a lo largo de tantos años. Las hay de todas las temáticas, pero evidentemente destacan las rocieras como es lógico; su nombre ya nos dice que esto tiene que ser así, y su origen también.

(En primer término el desaparecido Paco Alejandre, a quien
la Virgen del Rocío tenga en sus marismas azules).


No soy un amante de las rumbas, pero sería injusto hablar de Los Marismeños sin mencionar que han cultivado con el mismo éxito que el de las sevillanas el arte de las rumbas. También en este capítulo Los Marismeños tienen hecho un hueco privilegiado en la historia.

¡Cuántas veces habrá sonreído la Virgen del Rocío con las sevillanas rocieras de estos amantes de la Virgen! ¡Cuántas cosas tenemos que agradecerles los amantes de las sevillanas a estos excelentes profesionales!

No nos dejéis nunca. Seguid siempre así, aunque el destino os castigue tan duramente como lo hizo al llevarse a Paco a las marismas azules. Estoy seguro de que desde allí, apostado en el pedestal reservado a los más grandes de las sevillanas, os insufla su aliento para que año tras año sigáis fieles a vuestra cita con los amantes del género.


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