viernes, mayo 04, 2012

SE PERDIERON TANTAS COSAS (XV)

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LOS DICHOS.- Muchas de las cosas que estoy reseñando en estos escritos agrupados bajo el nombre genérico de “se perdieron tantas cosas” no se han perdido realmente, sino que solamente se han transformado hasta hacerse irreconocibles o han perdido el protagonismo relevante que tuvieron en los tiempos de mi infancia y juventud. Una de esas cosas es la toma de dichos, o simplemente los dichos, como se conoce popularmente.

En la actualidad son muchas las parejas que se casan por lo civil; otras ni tan siquiera se casan. Pero aquellas que quieran formalizar su unión por la iglesia, deberán de tomar los dichos.


Como estoy seguro de que habrá mucha gente que no sabe de lo que hablo, aclararé que la toma de dichos es un pequeño acto que es necesario celebrar antes del matrimonio, y por el cual los futuros contrayentes se ratifican en su intención de casarse, y para darle más formalidad tiene que ser ante dos testigos que den fe. Todo ello en la misma parroquia donde se casarán.

Lo que realmente tenía de singular antiguamente este asunto hoy casi desconocido, es que los más íntimos del novio y la novia lo celebraban como una gran ocasión, yéndose después del acto a un bar o cafetería a tomar unas copas.

LAS ALACENAS.- ¡Qué bien suena la palabra!... Alacena. Seguramente proviene del árabe.

¿Se han perdido las alacenas? Desde luego tal y como yo las conocí, sí. Hoy en día, si escribes en Internet alacena, identifican la palabra con un mueble de cocina de dos cuerpos, pero la realidad es que muebles de ese tipo eran conocidos con el nombre de chineros, mientras que las alacenas eran huecos hechos en la misma pared (normalmente en la misma cocina), generalmente con baldas en las que se depositaban los cacharros a guardar. Esta alacena labrada en la pared se cubría, generalmente, con una cortina fina de cocina.


Probablemente por extensión los muebles terminaron tomando el nombre de aquellas primeras alacenas en la pared, ya que servían para lo mismo, o sea, guardar cacharros y utensilios de cocina, aunque también puede ser que yo esté equivocado, pero dado el origen árabe de la palabra, ya me extrañaría.

Hoy en día están totalmente en desuso en la mayoría de casas, ya que los muebles de cocina vienen a cumplir fielmente su cometido con mejor aprovechamiento del espacio y sin necesidad de hacer polvo la pared horadándola.


LAS BOLAS DE CHICLE.- ¿Qué niño de aquella época no tiene entre sus recuerdos aquellos artilugios que consistían en una bola de plástico o cristal que dejaba ver una gran cantidad de bolas de chicle? La bola en cuestión estaba soportada por un mecanismo de hierro con una ranura para depositar la moneda, una palanca giratoria que al dar una vuelta completa liberaba de la bola transparente la pequeña bola de chicle y un hueco tapado por una pestaña, al que caía la bola en cuestión, mientras que la pestaña servía para impedir que cayera al suelo. Ya sólo era cuestión de levantar la tapita y recoger la bola de chicle, momento en el que todo el misterio de saber de qué sabor sería la bola quedaba resuelto.


Supongo que aquella sensación debe de ser parecida a la que experimentan hoy los niños con esos artilugios a los que se les deposita una moneda y sale una bola de plástico con algún juguetillo dentro. No obstante, algo ha cambiado sustancialmente. Ya no hay que dar vuelta a la manivela, lo cual, se crea o no, era tremendamente ilusionante al tiempo que intrigante, porque a veces el mecanismo se atascaba.

Este será mi penúltimo escrito de "se perdieron tantas cosas". En el próximo, que será el último, escribiré sobre cosas que se han perdido relativas al sexo; pero no esperen nada del otro mundo, ya que en aquellos años la escasez de libertad en esta materia nos hacía ser bastante inocentes a los mozalbetes de entonces.

Pero aunque se acabe "se perdieron tantas cosas", seguirán viniendo a este mi y vuestro blog cosas de la Sevilla antigua... Hasta que el cuerpo aguante.

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