miércoles, marzo 25, 2015

LA PASIÓN Y MUERTE DE CRISTO SEGÚN NO-MADEJA-DO

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Voy este año a dedicar el post de Semana Santa que ya viene siendo habitual en este blog a la obra cofrade de No-madeja-do. Como ustedes saben, está recogida en tres discos que se conocen comunmente como “La trilogía de No-madeja-do” y sus nombres son: “El pájaro morado cruza los cielos de Sevilla “, “La madrugá” e “In ictu oculi”.




Esta trilogía está principalmente dedicada a la muerte de Jesús, pero no obstante hay algunas concesiones a la alegría, como las sevillanas de un palo “El primer nazareno” y “La rampa de los niños”. Dos sevillanas que entroncan directamente con los recuerdos de los niños sevillanos; con aquella ilusión con que un Domingo de Ramos tras otro veíamos por fin un nazareno aislado caminando hacia su templo: “El primer nazareno”; aquel primer nazareno al que, jubilosos, acudíamos raudos a darle la monserga con nuestra petición del primer caramelo. Éste es el heraldo de Sevilla, su anónimo pregonero que nos dice que la Semana Santa comienza.



 ¿Y quién no jugó, corrió y zapateó para oír nuestras propias pisadas sobre la madera en esa rampa que año tras año la iglesia del Salvador pone para que los costaleros de la Borriquita, el Amor y Pasión puedan salvar la escalinata de entrada?






Es en este primer LP, “El pájaro morado cruza los cielos de Sevilla” donde esas concesiones a nuestros recuerdos están más presentes. Entre esos recuerdos están los de las tabernas y bares señalando la cuenta atrás hacia el Domingo de Ramos, ese Domingo de Ramos donde la mayoría de la gente, ávida de cofradías se desplazaba al Porvenir o al Parque de María Luisa, a ver la primera cofradía: Una paloma, la Paz.



Y entre esos recuerdos, están también los de aquellas madres que nunca fueron y que cada Domingo de Ramos y Viernes Santo celebran jubilosas el paso de su Madre por su calle, parando en su puerta: Dos rosas, Amargura y Macarena. Y Sor Ángela, hoy ya Santa Ángela, la madrecita buena para los sevillanos les dice, callarse y no hacer ruido.





¿Qué podemos decir de esa “madrugá” donde nuestra Semana Santa se tiñe del rojo de la sangre de Cristo? No hay manifestación de dolor tan grande como la que Sevilla pone en sus calles, representadas en el dolor de esos cristos nazarenos con su cruz al hombro, de ese Cristo crucificado en el Calvario cuyo paso por el Arco del Postigo con la primera luz del día es impresionante, o de las dolorosas más famosas y reverenciadas a lo largo del mundo? No-madeja-do dedicó una sevillana a cada una de las cofradías de la “madrugá”, pero yo no quiero hacer un escrito pesado a mis lectores y por ello sólo les traigo tres muestras de una calidad impresionante: “El Gran Poder”, “Allende el río” y “Amanece”. Escúchenlas con todo el respeto y atención que la magnificencia de estas sevillanas merece.





In ictu oculi es el tercer disco. En un abrir y cerrar de ojos, sería el significado de esa frase latina que hace alusión también a un cuadro de Valdés Leal que se conserva en el Hospital de la Caridad sevillano; cuadro de una gran crudeza que nos recuerda lo efímero de la vida, que se va en un abrir y cerrar de ojos. 




Dentro de este disco hay tres sevillanas de un sólo palo verdaderamente brillantes. En la primera, “En el aire”, después de un introito que hace alusión a la conocida historia que nos cuenta como Murillo iba a diario a contemplar el cuadro del descendimiento obra de Pedro de Campaña, se nos narra la forma en que una madre ve descender a su hijo desde la cruz: Desde el aire. Lugar: La Magdalena, día: Jueves Santo. Cofradía de la Quinta Angustia.



La noche del Viernes Santo Jesús de la Tres Caídas de San Isidoro sale de la Santa Catedral y enfila Placentines. Al entrar en la angostura de la calle, el nazareno cae al suelo para después, cual visión de hace 2.000 años, levantarse poco a poco para volver a arrastrar su amargura. Una “levantá" de escalofrío.






Y cerrando la noche del Viernes Santo, de vuelta hacia Bustos Tavera, Cristo descendido de la Cruz en las faldas de su Madre en una cofradía extraordinaria, única por su sobriedad y sus simbolismos. El muñidor abre paso y la cofradía se adentra en la estrechez de Sales y Ferré. Dieciocho ciriales dan paso a un misterio sobrecogedor. La Sagrada Mortaja; las tinieblas del farol, el entierro mudo, la clépsidra del tiempo y esa calle rezumando llanto y sudor.



Y ya por último, les dejo “Teoría del gitano y la luna”, una sevillana en la que revivirán ustedes, a ritmo de palmas flamencas, la historia de aquel gitano de bronce y nieve que encontró la muerte en el venturoso momento (para mayor gloria de nuestra Semana Santa) en que Ruiz Gijón alcanzó a dibujar su rostro agonizante para posteriormente esculpirlo, creando de esta forma al crucificado más sobrecogedor y real de nuestra semana grande.






Me veo en la obligación de hacer una observación importante con respecto a este artículo. La obra de No-madeja-do es, probablemente, incomprensible no sólo para cualquier no sevillano, sino incluso para muchos sevillanos a los que no les gusta ni se identifican con la Semana Santa. Para todos ellos, cualquier cosa que no entiendan de estas sevillanas con gusto se la explicaré.


Les deseo a todos una venturosa Semana Santa, sin inclemencias del tiempo.


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