domingo, abril 10, 2011

ALGO SE MUERE EN EL ALMA

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Así comienza la mítica entre las míticas sevillana del adiós, de Amigos de Gines, por todos conocida. Pero no es de sevillanas míticas de lo que voy versar hoy, sino de aquello que se nos muere en el alma a los aficionados a las sevillanas en general y en especial a los romeristas, después de saber que los monstruos se retiran.

45 años después de comenzar su andadura, (43 después de grabar su primer disco), Los Romeros de la Puebla han anunciado su retirada; y lo han hecho como no podía ser de otra forma: cantando. Su disco de 2.011, que lleva por título genérico “Cantando decimos adiós”, les ha servido para dar a conocer al gran público que se retiran.


Como reza una de sus sevillanas, todo termina en la vida. Bien es cierto que Romeros como grupo podía no haberse terminado, ya que conservando el mismo nombre podían haber ido procediendo a relevos generacionales al igual que por diversas circunstancias han hecho muchos grupos a lo largo de su historia; pero a mi personalmente, dentro de la gran tristeza que me produce saber que no volveremos a escuchar las tan esperadas novedades anuales de Romeros, me da una gran alegría comprobar que, después de una grandiosa carrera casi imposible de igualar, Romeros cierra su andadura como grupo con broche de oro; haciendo lo que yo entiendo que era más digno para ellos: la muerte profesional digna y por la puerta grande.

Seguramente muchos intérpretes de sevillanas hubieran estado orgullosos de entrar a formar parte de este grandioso grupo en ausencia de algunos de sus actuales componentes; incluso alguno de sus hijos como podía ser el caso del hijo de Faustino, actualmente en Ecos de las Marismas, hubiera sido el mejor sucesor; pero cuando se ha hecho una carrera tan extraordinaria, cuando se han alcanzado cotas que quedarán grabadas en los anales de la música, perder la esencia del grupo, esa esencia que durante 45 años han mantenido sus componentes, hubiera sido un gran error. Romeros se retira como debe de retirarse. Su muerte profesional dará paso a la leyenda. Durante mucho tiempo, en todo el mundo se sabrá que unos profesionales de La Puebla del Río formaron un buen día un grupo musical y que sus 5 primeros y a la postre únicos y últimos integrantes, estuvieron juntos desde el principio hasta el fin.


Juntos, en la alegría y en la tristeza, en los éxitos (que han sido todos), pero también en las discordias que a buen seguro habrán surgido durante tantos años. Serán tantas las anécdotas, los buenos momentos, también los malos, el sabor de los éxitos, probablemente también algún que otro desengaño. No sé que van a hacer Romeros a partir de ahora, pero yo les sugeriría que se aplicaran en escribir un libro; un libro que recogiera todos los pormenores de su andadura, pero sobre todo estas cosas pequeñas de las que hablo. Estoy bien seguro de que el libro tendría un éxito asegurado entre sus múltiples seguidores.

Cinco voces ribereñas, cinco estampas tan sureñas, cinco espigas de arrozal, cinco cigarreros que traspasaron los límites de su pueblo, de su provincia, de su país, para convertirse en un fenómeno mundial. Este será el espejo en el que constantemente tendrán que mirarse los grupos que comiencen, aquellos que en el presente ya despuntan y los que en el futuro estén llamados a seguir engrandeciendo nuestro cante. Todos querrán ser como Los Romeros de la Puebla.


Tendría mucho que escribir sobre Romeros, pero a modo de despedida estas simples letras van a bastar… De momento, el único efecto real e inmediato que esta retirada tiene es que ya no vamos a ver aparecer sus discos año tras año, ni los vamos a ver subidos a un escenario; pero estoy seguro de que ellos seguirán cantando, allá en su pueblo, en el Rocío, en misas y en romerías, porque su vida es cantar. Y donde quiera que Romeros canten habrá una cámara, un móvil dispuesto a grabarlos, para que los que de corazón los queremos podamos seguir alegrándonos con ellos, con sus voces todavía poderosas aunque hayan decidido que ya es hora de ponerlas a buen recaudo.

Es hora ya de disfrutar de la familia de verdad, sin tener que pensar en el trabajo, sin tener que andar de escenario en escenario, de carretera en carretera. Os deseo lo mejor también en vuestro retiro dorado.


Romeros, habéis alegrado nuestras vidas, por ello ¡Nunca os olvidaremos! ¡Nunca os olvidará el mundo de las sevillanas! ¡Siempre permaneceréis vivos en el recuerdo de los aficionados porque nadie ha dejado tanta huella como vosotros.




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